El regalo más grande

Una de las frases más trilladas durante la época de navidad es que lo más importante en esta temporada no son los regalos, sino el tiempo que podamos compartir con las personas que amamos. Sin embargo, la práctica no podría estar más lejos de la realidad. A medida que se acerca la época navideña, el individuo promedio se va involucrando en una serie de compromisos económicos porque la creencia popular dicta que no puede haber navidad sin regalos.

Un estudio reciente demostró que, a pesar de la crisis financiera por la pandemia, el estadounidense promedio espera gastar entre mil y dos mil dólares en regalos navideños para este 2020. Esto representa un aumento de entre el 3.6% y el 5.2% en comparación con las navidades del 2019. ¿Seguros que lo importante es el compartir entre seres amados?
El afán nos gana. Salimos despavoridos tratando de encontrar el regalo ideal. Y es que el regalo que ofrecemos no debe hablar de nosotros, sino de cuánto conocemos y amamos a quien lo recibe. Aún así, sin una lista con alternativas especificas, siempre quedaremos con la incertidumbre de si aquello que hemos elegido como presente realmente será de su agrado.
¿Cuál es el regalo perfecto?

Si me lo preguntan, el regalo perfecto debería ser una muestra de amor totalmente desprendido. ¿Qué tal obsequiar dinero? ¡NO! Eso carece de personalidad y calidez. ¿Y si regalamos una prenda personalizada, el carro de sus sueños, un viaje o una casa? ¡No! Es demasiado tal vez. A la hora de determinar el regalo perfecto nos limita el alcance económico o nuestro afecto condicionado limita la cantidad de dinero a invertir. Seamos honestos. Las cosas más increíbles del mundo, aquellas que más recordamos y apreciamos, no costaron tanto. Estuvieron cargadas de amor y experiencias incalculables.

Si pudiéramos envasar la salud, seguro sería un gran regalo para escoger. Si la paz, la felicidad o el amor pudiera envolverse, lo daríamos con un hermoso moño. Aunque estos son elementos abstractos e imposibles de colocar en un hermoso estuche cual perfume, sí está al alcance. Ya Dios nos hizo el regalo más grande.

Desde que el hombre pecó en el Edén se quebró su relación con Dios y, por ende, la del resto de su descendencia. El diseño perfecto de nuestro Creador se había dañado a causa del pecado. Pero, Dios no la dejó perder, en cambio envió a su único Hijo para hacerse hombre, dejar su naturaleza divina y morir en una cruz para que obtuviéramos salvación

“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo aquel que cree en El, no se pierda, mas tenga vida eterna.” (Juan 3:16).

De esta manera se logró restablecer la relación entre Dios y nosotros. Al aceptar a Jesús como salvador, creer en El y su sacrificio en la cruz, nuestros pecados son cubiertos por su sangre. Somos justificados ante el padre.

“…y para reconciliar con Dios a los dos en un cuerpo por medio de la cruz, habiendo dado muerte en ella a la enemistad.” Efesios 2:16

El regalo que Dios nos ha hecho es tan grande que dividió la historia en “antes” y “después” de Cristo. Aún quien decida no creer debe regirse por el impacto de Jesús en la historia de la humanidad. No hay cómo pagar un regalo así. La buena noticia es que es eso precisamente, un regalo, y por los obsequios no hay que pagar nada, solo aceptarlos con amor y gratitud. Valorar un regalo tan grande es la mejor manera de demostrar nuestro agradecimiento.

Por: Javier Méndez 
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